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A propósito de mi nombramiento como Hijo Adoptivo de Minas de Riotinto

25 de mayo de 2022

Paco Gomera junto a su esposa, Julia, el día que fue nombrado Hijo Adoptivo de Riotinto

Han pasado unos días desde que formalmente el Ayuntamiento de Minas de Riotinto acordó nombrarme y acogerme como Hijo Adoptivo. Honor del que me siento enormemente agradecido tanto a esta institución como a quienes promovieron generosamente esta iniciativa. Cuestiones que tuve ocasión de manifestar cuando se me concedió la palabra.

La versión de lo acontecido al estar impregnada de intensa emoción, al ser tan subjetiva, es completamente original. Cada uno de los asistentes e, incluso, los que queriendo no pudieron estar, tendrán su propia interpretación de lo vivido. Y es grato pensar que en cualquier asunto existen aspectos que se pueden compartir con los demás, pero que hay rasgos que cada uno percibe de modo específico y propio de tal manera que lo que sentí el pasado día 3 de mayo, con todos sus contenidos y matices, lo viví yo solo aunque rodeado de seres queridos, amigos y vecinos que también hicieron una traducción personal y subjetiva del Pleno Municipal.

Probablemente con la edad se siente más y al pensamiento le encanta escaparse del cuerpo. En todo caso, expresar lo que he ido apreciando íntimamente desde que tuve conocimiento hasta la culminación del nombramiento es harto complicado. Con seguridad que habrá quien sea capaz de identificar emociones percibidas por mí y por todos los homenajeados. Sin embargo, el amigo Carlos Javier me insiste en que explicite lo que experimenté. Así que para no ser redundante con lo intuitivamente compartido comentaré solo unos cuantos pensamientos que me emocionaron. O unas cuantas emociones que me hicieron pensar.

Una cadena de personas me habían sentado allí, en el Salón de Plenos. No necesariamente numerosas. Seguramente algunas son desconocidas entre sí. Personas que por su ejemplo, por algún acto concreto, por sus palabras, por su afecto me habían permitido y ayudado a subir cada escalón de mi vida. Este pensamiento me llevó al convencimiento de que mucho de lo que somos depende de la generosidad de los demás.

Cada uno encierra una mina por descubrir. Con frecuencia no somos conscientes del valor que esconden sus diferentes menas. Sin embargo, si se establecen con más o menos intencionalidad las condiciones necesarias y oportunas, nos podemos encontrar con la sorpresa de que afloran ante nuestros ojos la creatividad y la riqueza personal de mucha gente hasta entonces ocultas en su contramina. Seguramente este es el gran reto de la educación.

Los humanos por pretender ser bípedos pagamos un precio. Pero también nació algo fundamental para nuestra especie que nos distingue notablemente por su longitud del resto de los mamíferos. Sin amparo no hubiéramos sobrevivido. Y sin amparo no podremos sobrevivir. En esos momentos tan intensos y tan singulares me vi abrigado por Julia, por mis hijos, por mis nietos, por mi familia, por mis antiguos alumnos, compañeros, amigos y convecinos de tal manera, pensé, que con este paraguas se puede conquistar cualquier castillo o fortaleza.

A menudo no somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos cotidianos. Del mismo modo que nos advienen espontáneamente pensamientos que no hemos generado ni deseado también en nuestro obrar profesional o ciudadano nuestras acciones, aunque seamos ignorantes de ello, no suelen ser neutras. O, al menos, no siempre. Nuestras obras tienen resultas que pueden afectar a los demás. Pero la mayoría de las veces no percibimos esos efectos. Al cabo del tiempo, en un proceso espontáneo de retroalimentación, nos viene devuelto algún fruto o resultado de nuestro hacer. Al tener conocimiento de ello la sorpresa puede ser multicolor. Pero si es agradable te confirma que tenemos que esforzarnos en tratar a los demás con respeto. Y si así procedemos o es esta nuestra intención, más antes que después, tendremos respuesta de ello.

De siempre he sido partidario de pasar lista a los presentes y de no llevar la contabilidad de los ausentes. Salvo excepciones. Me acordé de los que no están y sentí su ausencia porque les hubiera gustado vivir un momento intenso, emocionante y excepcional. Aún así, el espacio igual que el tiempo se puede estirar a placer y a conveniencia, de ahí que los recuerdos y lo vivido en el pasado resucitara dando cara y figura a tanta gente querida y añorada.

Naturalmente no me importa reconocer que sin ser un aprendiz de plañidera, la emoción en más de una ocasión me atenazó la garganta y no me dejaba respirar con normalidad. Por eso la tormenta límbica que removía mi cabeza se la dejo que la evalúen a los meteorólogos especialistas en sentimientos.

Juntos hasta siempre.

Francisco A. Gomera López.

1 comentarios :

Anónimo dijo...

No pude asistir por motivos familiares. He visto el acto entero. El nombramiento reúne la condición más importante: justicia. Y es justo por la entrega de Paco al pueblo de Riotinto en múltiples facetas. Y lo más importante es que está persona es honesta, generosa, amiga de sus amigos y COHERENTE además de un profesional de la educación inigualable.