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El sudor que somos

2 de abril de 2025

Juan Jesús López Espinosa

La vida es otra
y es otro el paisaje
y otras las pupilas y las manos otras.
Y la misma conciencia que nos roba
y la misma trampa...
y la esperanza cada vez más honda.

Y esta tierra con sus sienes rojas
ya no sobrevive a tanto escarnio.
Irremediablemente se irán arrodillando nuestros huesos,
la indiferencia, el miedo...
la brecha abierta entre tierra y cielo.

Triste suerte la nuestra...
qué generosos fuimos y qué mal nos trataron.
Lucrativa basura y castillos de arena
en ésta vasta enormidad que nos rodea.

Apilan nuestro orgullo como un sordo lamento
y nos cubren de escombros
y nos compran los días con sueños deformados.

El precio de la vida es no odiar el presente
que generosamente nos otorga ser la mano del mendigo,
la sístole que oprime, la llaga que se infecta.

Y nos tapan los ojos con alas que se extinguen
con un futuro estéril de roja sima.
Rehenes de un tiempo que no duerme,
de un milagro que creció aborrecido.

Estos vecindarios quedarán sin puertas,
y en suspenso, los días, someterán la vida a la costumbre.
Se fueron nuestros padres y despertó el silencio
y crecimos inaugurando nuevos desconsuelos,
masticando el aire de un oficio viejo,
apuntalando hogares deshabitados.

En monedas de odio nos vendieron un sueño,
un falso amanecer entre la niebla,
la vida en torno a una esperanza,
un porvenir perecero...
Somos el Edén del barro y de la roca.

Necesitamos una palabra nueva
que nos arranque de éste calvario incierto,
que pueble de mañana nuestros pueblos,
que nos reconcilie, finalmente, con el sudor que somos.

Juan J. Espinosa.

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