Sí estás

2 de agosto de 2023

Con mis dos bastiones: mi padre y mi madre

A mi padre por hacerme ver que se puede vivir con luz y sin complejos.

Te despedimos hace un año.

Tu corazón dejó de latir

un dos de agosto,

pero en las entrañas

de los que te conocieron

dejaste grabada tu huella

y en tu nueva morada

eres el lucero que más

resplandece en el Edén.

Desde bien chico oteaste

mi destino

para hacerme más fuerte

ante la adversidad.

Ver los días grises preñados

de colores

y no sucumbir nunca

a las duras batallas

que la vida me ha ido colocando

en el camino.

Me enseñaste a aprender

de mis debilidades,

a coger impulso

ante el infortunio,

a levantarme de las caídas,

a ser una persona útil,

a no caer en los cimientos

de la desidia,

a fabricar magia con

mis sentidos.

Me ofreciste clases magistrales:

de cómo ayudar al prójimo

sin pedir nada a cambio;

de cómo afrontar la vida

desde la imperfección;

de buscar un futuro

sin caretas ni tapujos;

de ser uno mismo

sin mirar atrás.

El baúl de la evocación

está repleto de bellas historias

colmadas de emoción.

Momentos inolvidables los vividos

junto a ti.

Siempre serás eterno en

mi corazón.

Fuiste un padre protector

en la distancia

y no dejaré de sentirte cerca

porque estoy cosido de recuerdos

que me marcaron hasta
los tuétanos.

No te olvidaré jamás...

Sé que nunca te has marchado...

Desde tu atalaya particular

sigues vigilante a mis pasos

para que te continúe acunando

en mi memoria

y, así, perpetuando tu senda,

hasta el reencuentro final.

Carlos Javier Pascual Rodríguez.