18 de mayo de 2016
Durante años compartió hogar con varias compañeras de profesión que se dedicaban a diferentes labores. Su belleza, de una elegancia descomunal, unida a los movimientos sensuales que le caracterizaban, le hacían acaparar la atención de todo el que la observaba. Poseía una larga cabellera que enamoraba por el cambio radical de color: unas veces blanquecina y otras muchas negra como el carbón. Escuchar sus embaucadoras pulsaciones conseguía que todos los amantes de esta joya gozaran con su sola presencia.
Realizaba toda clases de servicios. De caminar lento y parsimonioso al principio, pero alcanzando una rapidez inusitada en sólo unos segundos. Su mirada al frente, penetrante y segura, viajaba siempre llevando un objetivo claro: llenar de vida ciertos territorios de la provincia de Huelva. Las llamaban "Gildas".
Hasta seis locomotoras de este tipo llegaron a las minas de Riotinto en una época de máximo apogeo. En la actualidad una de ellas se encuentra adornando una rotonda, dos están olvidadas en diferentes desguaces y las tres últimas se conservan en Zarandas Naya. Son patrimonio del Museo Minero, institución gestionada por Fundación Río Tinto. ¡Ojalá las fuerzas telúricas almacenadas durante años pongan de nuevo en funcionamiento este emblema histórico que dejaron nuestros antepasados de la Cuenca Minera!
Desidia, maldita desidia...
Carlos Javier Pascual Rodríguez.
Gilda en la rotonda de El Calero en Riotinto
Gracias por la foto a José Manuel Fernández López "Pipo".
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